Bien, muchos somos los trabajadores de museos que en estos
días estivales, nos hemos visto abrumados por la avalancha de turistas
sedientos de cultura.
O de “visita obligada a tal o cual museo”.
Sea cual fuere
el motivo de dicha visita, da mucho a reflexionar si observamos como estos
visitantes se comportan, por lo que me he visto casi obligada a escribir este
improvisado manual.
1. Si el museo es uno de los mas importantes de la
ciudad, nos encontraremos con una cola de espera bastante larga. Si no estamos
dispuestos a esperar esa cola, seguramente aguantando calor, es importante que
tengamos en cuenta que: podemos comprar previamente la entrada
(Internet/teléfono/cajeros automáticos…etc), cada museo tiene sus opciones, que
podemos consultar.
Si no se quiere hacer esa cola con la que a veces no
contamos (o no queremos contar), el intentar colarse no es una buena opción. Antes que tú ya habrán
ido otros tantos a intentar saltarse la espera con multitud de excusas y
motivos. La cola es la que hay para todos.
2. Una vez en la taquilla, la persona que nos vende la
entrada no tiene la culpa de que la cola sea muy larga. Hay un aforo limitado
en los museos, y si no entran más personas por hora, es porque realmente no se
puede. Un museo no es un centro comercial. No se pueden abrir las puertas sin
más. Motivos de seguridad, aforo, temperatura, etc…
Dicha persona está cumpliendo con su trabajo. Si somos de los que pueden obtener algún descuento o gratuidad en la entrada,
asegurémonos de poder justificarlo adecuadamente, y no esperar que adivine
nuestra edad, profesión o similar.
Las tarjetas internacionales ayudan a no tener problemas a la hora de
justificar que somos estudiantes, profesores, periodistas, etc…
Si esta persona nos pregunta nuestra edad, país de
procedencia, si es la primera vez que visitamos el museo, o similar… no, no
está ligando con nosotros. Seguramente está rellenando una estadística de
público. Evitemos chistes fáciles o bromas que no vengan a cuento. Antes que
tú, esa misma broma se la habrán hecho veinte personas.
3. Dentro de salas hay siempre restricciones básicas comunes
en la mayoría de museos, por motivos obvios: No comer, no beber, no hacer fotos
ni video, no tocar los cuadros, no correr, no entrar disfrazado o descalzo...
Si hacemos fotos nos llamarán la atención. Las veces que
hagan falta. De hecho puede que hasta nos inviten amablemente a abandonar las
instalaciones.
Principalmente del patrimonio que dicho museo custodia.
Hagamos entre todos que la experiencia en los museos sea más agradable, no respetando solamente el patrimonio, si no también a las personas que hacen que cada día los museos e instituciones puedan abrir sus puertas.