martes, 4 de septiembre de 2012

Manual del buen visitante de museos


Bien, muchos somos los trabajadores de museos que en estos días estivales, nos hemos visto abrumados por la avalancha de turistas sedientos de cultura. 
O de “visita obligada a tal o cual museo”. 
Sea cual fuere el motivo de dicha visita, da mucho a reflexionar si observamos como estos visitantes se comportan, por lo que me he visto casi obligada a escribir este improvisado manual.

1. Si el museo es uno de los mas importantes de la ciudad, nos encontraremos con una cola de espera bastante larga. Si no estamos dispuestos a esperar esa cola, seguramente aguantando calor, es importante que tengamos en cuenta que: podemos comprar previamente la entrada (Internet/teléfono/cajeros automáticos…etc), cada museo tiene sus opciones, que podemos consultar.

Si no se quiere hacer esa cola con la que a veces no contamos (o no queremos contar), el intentar colarse no es una buena opción. Antes que tú ya habrán ido otros tantos a intentar saltarse la espera con multitud de excusas y motivos. La cola es la que hay para todos.

2. Una vez en la taquilla, la persona que nos vende la entrada no tiene la culpa de que la cola sea muy larga. Hay un aforo limitado en los museos, y si no entran más personas por hora, es porque realmente no se puede. Un museo no es un centro comercial. No se pueden abrir las puertas sin más. Motivos de seguridad, aforo, temperatura, etc…

Dicha persona está cumpliendo con su trabajo. Si somos de los que pueden obtener algún descuento o gratuidad en la entrada, asegurémonos de poder justificarlo adecuadamente, y no esperar que adivine nuestra edad,  profesión o similar. Las tarjetas internacionales ayudan a no tener problemas a la hora de justificar que somos estudiantes, profesores, periodistas, etc…

Si esta persona nos pregunta nuestra edad, país de procedencia, si es la primera vez que visitamos el museo, o similar… no, no está ligando con nosotros. Seguramente está rellenando una estadística de público. Evitemos chistes fáciles o bromas que no vengan a cuento. Antes que tú, esa misma broma se la habrán hecho veinte personas.

3. Dentro de salas hay siempre restricciones básicas comunes en la mayoría de museos, por motivos obvios: No comer, no beber, no hacer fotos ni video, no tocar los cuadros, no correr, no entrar disfrazado o descalzo...
Si hacemos fotos nos llamarán la atención. Las veces que hagan falta. De hecho puede que hasta nos inviten amablemente a abandonar las instalaciones.

El personal de museo no es tu enemigo. Su trabajo no es hacerte la vida (léase visita) imposible, si no hacer que se cumplan unas normas establecidas, para el bien de todos. 
Principalmente del patrimonio que dicho museo custodia. 

Hagamos entre todos que la experiencia en los museos sea más agradable, no respetando solamente el patrimonio, si no también a las personas que hacen que cada día los museos e instituciones puedan abrir sus puertas.

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